No Lo Hagas Perfecto, Hazlo Con Propósito
Vivimos en un mundo donde todo parece impecable:
Posts medidos al pixel, marcas que parecen tenerlo todo claro, creativos con portafolios sin errores.
Pero detrás de tanta perfección, muchas veces…
no hay alma.
Y eso se nota.
El problema con querer hacerlo perfecto
La perfección suena bien, pero es una trampa.
Te mantiene repitiendo borradores, postergando lanzamientos, temiendo al error.
¿Y sabes qué es lo peor?
Que mientras lo haces perfecto, no estás haciendo nada.
“Mejor hecho que perfecto, si lo que haces tiene sentido.”
— Austin Kleon
El propósito no necesita filtros
Cuando creas desde el propósito, hay algo que se siente.
Puede que el diseño no sea el mejor. Que el video no tenga la mejor cámara. Que la web tenga detalles por ajustar.
Pero si lo que haces nace de un lugar profundo, va a resonar. Va a tocar. Va a mover.
La gente no se conecta con lo pulido.
Se conecta con lo real. Con lo que vibra. Con lo que se siente vivo.
La excelencia no es perfección, es intención
No estamos diciendo que hagas las cosas a medias.
Pero sí que dejes de buscar aprobación en cada paso.
Que sueltes el miedo a fallar y te enfoques en hacer que lo que haces importe.
Porque la excelencia nace cuando lo que haces está lleno de intención.
Y esa intención se nota, se transmite, se contagia.
“No vinimos a impresionar. Vinimos a transformar.”
— Erwin McManus
¿Qué estás esperando para lanzar eso?
Ese proyecto, ese curso, ese video, esa marca.
Ya lo pensaste demasiado.
Ya lo perfeccionaste en tu cabeza una y otra vez.
Es hora de soltarlo.
No para que sea perfecto, sino para que cumpla su propósito.
Hazlo ahora. Mejóralo en el camino.
La mayoría de las grandes ideas no nacieron perfectas.
Nacieron en movimiento.
Nacieron mientras alguien se animaba a lanzarlas sin tener todo resuelto.
Y si te sale mal, ajustás. Aprendes. Evolucionás.
Pero ya estás en camino.
Y eso vale más que mil planes guardados en una carpeta.